viernes, 21 de enero de 2011

EL GRAN NEGOCIO DE LA PSIQUIATRIA (INTRODUCCION, PARTE 1, 2 Y 3

<span style="color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><strong>Así como hay personas que defienden y creen en la Psiquiatría existe una gran cantidad de la población que no cree en ella. Por eso se presentan estos videos.</strong></span>

 

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EPISODIO HIPOMANIACO

               Un episodio hipomaníaco se define como un período delimitado durante el cual hay un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable que dura al menos 4 días (Criterio A). Este período de estado de ánimo anormal debe ir acompañado por al menos otros tres síntomas de una lista que incluye aumento de la autoestima o grandiosidad (no delirante), disminución de la necesidad de dormir, lenguaje verborreico, fuga de ideas, distraibilidad, aumento de las actividades intencionadas o agitación psicomotora e implicación excesiva en actividades placenteras con un alto potencial para producir consecuencias graves (Criterio B). Si el estado de ánimo es irritable (en lugar de elevado o expansivo), debe haber al menos cuatro de los síntomas anteriores.

                   Esta lista de síntomas adicionales es idéntica a la que define un episodio maníaco excepto en que no puede haber ideas delirantes y alucinaciones. El estado de ánimo durante un episodio hipomaníaco debe ser claramente distinto del estado de ánimo habitual del sujeto cuando no está deprimido y tiene que haber un cambio claro de su actividad habitual (Criterio C). Puesto que los cambios del estado de ánimo y de la actividad han de ser observables por otras personas (Criterio D), la evaluación de este criterio suele requerir la intervención de otros informadores (p. ej., los familiares). La historia obtenida de otros informadores es particularmente importante en la evaluación de los adolescentes. Contrariamente a lo que sucede en un episodio maníaco, un episodio hipomaníaco no es suficientemente grave como para ocasionar un deterioro social o laboral importante o para precisar hospitalización, ni está caracterizado por la presencia de síntomas psicóticos (Criterio E).

               En algunos sujetos el cambio de la actividad puede tomar la forma de un importante aumento de la eficiencia, los logros y la creatividad. Sin embargo, en otros la hipomanía puede causar un cierto deterioro social o laboral. La alteración del estado de ánimo y los demás síntomas no se deben a los efectos directos de una droga, un medicamento, otros tratamientos somáticos de la depresión (terapéutica electroconvulsiva o terapéutica lumínica) o de la exposición a un tóxico. El episodio tampoco se debe a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica (p. ej., esclerosis múltiples, tumor cerebral) (Criterio F).




              Síntomas similares a los que se dan en un episodio hipomaníaco pueden ser debidos a los efectos directos de un medicamento antidepresivo, terapéutica electroconvulsiva, terapéutica lumínica o a un medicamento prescrito para algunas enfermedades médicas (p. ej., corticosteroides). Estos cuadros no se consideran episodios hipomaníacos y no deben conducir al establecimiento al establecimiento de un diagnóstico de trastorno bipolar II. Por ejemplo, si una persona con un trastorno depresivo mayor presenta síntomas de un episodio similar a la hipomanía después de un tratamiento antidepresivo, el episodio se diagnostica como un trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias, con síntomas maníacos, y no hay que cambiar el diagnóstico de trastorno depresivo mayor por el de trastorno bipolar II.

               Hay datos que sugieren que los sujetos que presentan episodios similares a la manía o la hipomanía tras algún tratamiento somático de la depresión pueden presentar una «diátesis» bipolar. Estos sujetos pueden tener mayores probabilidades de presentar futuros episodios maníacos o hipomaníacos que no estén relacionados con sustancias o con tratamientos somáticos para la depresión.

                El estado de ánimo elevado en un episodio hipomaníaco se describe como eufórico, extrañamente bueno, alegre o alto. Si bien el estado de ánimo del sujeto puede inicialmente tener una cualidad contagiosa para el observador externo, los que conocen bien a la persona lo reconocen como excesivo. La cualidad expansiva del estado de ánimo se caracteriza por el entusiasmo en las interacciones sociales, interpersonales o laborales. Aunque el estado de ánimo elevado se considera el síntoma prototípico, la alteración predominante del estado de ánimo puede ser la irritabilidad o alternar la euforia y la irritabilidad.

                  Es característico que exista una exageración de la autoestima, normalmente en un nivel de confianza en sí mismo carente de autocrítica, más que en el de una evidente grandiosidad (Criterio B1). Muy a menudo hay un descenso de la necesidad de dormir (Criterio B2); el sujeto se despierta más temprano de lo habitual y lleno de energía. El discurso de un sujeto con un episodio hipomaníaco suele ser algo más enérgico y más rápido de lo habitual, pero en general no es difícil de interrumpir. Puede estar repleto de chistes, equívocos, juegos de palabras y desatinos (Criterio B3). La fuga de ideas es rara y, si se da, es de duración muy breve (Criterio B4).

                Suele haber distraibilidad, como se pone de manifiesto por los cambios rápidos del discurso o la actividad en respuesta a diversos estímulos externos irrelevantes (Criterio B5). El aumento de la actividad intencionada puede implicar la planificación o participación en múltiples actividades (Criterio B6). Frecuentemente, estas actividades son creativas y productivas (p. ej., escribir una carta al editor, ordenar documentos). Suele haber un aumento de la sociabilidad y puede existir un aumento de la actividad sexual. Pueden presentarse actos impulsivos como compras desmesuradas, conducción temeraria e inversiones económicas poco razonables (Criterio B7). No obstante, estas actividades están bien organizadas, no son extrañas y no dan lugar al deterioro característico de un episodio maníaco.

SINTOMAS DEPENDIENTES DE LA CULTURA Y EDAD

                   Las consideraciones respecto a la cultura que se sugirieron en relación con los episodios depresivos mayores también son aplicables a los episodios hipomaníacos. En las personas más jóvenes (p. ej., adolescentes) los episodios hipomaníacos pueden ir asociados a ausencias escolares, comportamiento antisocial, fracaso escolar o consumo de sustancias.

CURSO

                En general, los episodios hipomaníacos comienzan de forma brusca, con un incremento rápido de los síntomas en 1 o 2 días. Los episodios suelen durar de algunas semanas a varios meses y son más breves y con un final más brusco que los episodios depresivos mayores. En muchos casos el episodio hipomaníaco puede ir precedido o seguido de un episodio depresivo mayor. Los estudios disponibles sugieren que un 5-15% de los sujetos con hipomanía acabarán presentando un episodio maníaco.

DIAGNOSTICO DIFERENCIAL

                    Un episodio hipomaníaco debe diferenciarse de un trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica. El diagnóstico apropiado es trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica si la alteración de estado de ánimo se considera una consecuencia fisiológica directa de una enfermedad médica específica (p. ej., esclerosis múltiple, tumor cerebral, síndrome de Cushing) (v. pág. 375). Esta decisión se basa en la historia, los hallazgos de laboratorio y la exploración física. Si se considera que los síntomas hipomaníacos no son la consecuencia fisiológica directa de un enfermedad médica, entonces el trastorno primario del estado de ánimo se registra en el Eje I (p. ej., trastorno bipolar II) y la enfermedad médica se registra en el Eje III (p. ej., infarto de miocardio).

                   Un trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias se diferencia de un episodio hipomaníaco por el hecho de que una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento o la exposición a un tóxico) se considera etiológicamente relacionada con la alteración del estado de ánimo . Síntomas como los que se dan en un episodio hipomaníaco pueden ser precipitados por una droga (p. ej., los síntomas hipomaníacos que sólo se producen en el contexto de una intoxicación por cocaína serían diagnosticados como trastorno del estado de ánimo inducido por cocaína, con síntomas maníacos, de inicio durante la intoxicación).

                 Síntomas como los que se dan en un episodio hipomaníaco también puede ser precipitados por un tratamiento antidepresivo, bien sea un medicamento, terapéutica electroconvulsiva o terapéutica lumínica. Estos episodios también son diagnósticos como trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias (p. ej., trastorno del estado de ánimo inducido por amitriptilina, con síntomas maníacos; trastorno del estado de ánimo inducido por la terapéutica electroconvulsiva, con síntomas maníacos).

                Los episodios maníacos deben ser distinguidos de los episodios hipomaníacos. Si bien los episodios maníacos y los episodios hipomaníacos tienen unos síntomas idénticos, la alteración en el episodio hipomaníaco no es tan grave como para provocar un deterioro importante social o laboral ni para requerir hospitalización. Algunos episodios hipomaníacos evolucionan hasta episodios maníacos completos.

              Un trastorno por déficit de atención con hiperactividad y un episodio hipomaníaco se caracterizan los dos por una actividad excesiva, un comportamiento impulsivo, un empobrecimiento del juicio y la negación de problemas. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad se distingue de un episodio hipomaníaco por su inicio típicamente temprano (p. ej., antes de los 7 años), su curso crónico en lugar de episódico, la falta de un inicio y final relativamente claros y la ausencia del estado de ánimo expansivo a elevado.

                  Un episodio hipomaníaco se debe distinguir de la eutimia, especialmente en los sujetos que han estado crónicamente deprimidos y que no están acostumbrados a la experiencia de un estado de ánimo no depresivo.



CRETERIOS PARA EL EPISODIO HIPOMANIACO

A. Un período diferenciado durante el que el estado de ánimo es persistentemente elevado, expansivo o irritable durante al menos 4 días y que es claramente diferente del estado de ánimo habitual.

B. Durante el período de alteración del estado de ánimo, han persistido tres (o más) de los siguientes síntomas (cuatro si el estado de ánimo es sólo irritable) y ha habido en un grado significativo:
(1) autoestima exagerada o grandiosidad
(2) disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño)
(3) más hablador de lo habitual o verborreico
(4) fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado
(5) distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos banales o irrelevantes)
(6) aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios o sexualmente) o agitación psicomotora
(7) implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir consecuencias graves (p. ej., enzarzarse en compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o inversiones económicas alocadas)

C. El episodio está asociado a un cambio inequívoco de la actividad que no es característico del sujeto cuando está asintomático.

D. La alteración del estado de ánimo y el cambio de la actividad son observables por los demás. Dos síntomas adicionales - aumento de la energía sexual e incremento de la sociabilidad.

E. El episodio no es suficientemente grave como para provocar un deterioro laboral o social importante para necesitar hospitalización, ni hay síntomas psicóticos.

F. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento u otro tratamiento) ni a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).

Manuel J. Gómez M.
Electrónica del Estado Sólido
Sección: 02

CONSULTAR AL PSIQUIATRA NO ES PORQUE ESTÉ LOCO

             El psiquiatra es un médico que se dedica a atender  y ayudar a las personas que sufren o padecen diversos trastornos relacionados con la conducta (comportamiento) y las emociones humanas. Es un profesional entrenado para escuchar y comprender a su prójimo sin tener que juzgarlo, utilizando toda la sencillez y calor que se desprende de una relación altamente filantrópica. Lamentablemente se ha venido estigmatizando, de manera ignorante, como "loco", a aquel individuo que acude a esta consulta.  Por esto se siente mucho temor cuando se piensa en buscar la ayuda de un psiquiatra. A veces, los más "valientes" lo hacen de forma  muy  disimulada  y  con  la  pretensión  que esto sea "muy escondido". Otros, también consideran que ¿para que voy a donde una persona que seguramente está más "loca o loco" que yo?

               Estas circunstancias, incluso, han llevado a caricaturizar  este tipo de consulta o de pronto de aplicarle mucha "trascendencia misteriosa" . Se "dibuja" a un facultativo distante, serio, enojado, de mirada exploradora que interpreta cada gesto, cada movimiento y cada palabra con una sobrada mirada detectivesca y hasta irónica. "El psiquiatra lo sabe todo". "El esta fuera del bien y del mal".  Con bastante frecuencia un paciente se siente muy ofendido cuando su médico de cabecera le insinúa que su problema podría ser valorado por un psiquiatra. La reacción inmediata  es "...como se le ocurre...si yo no estoy loco...".



             Lo que la gente busca es a alguien que lo entienda con toda la confidencialidad y respeto absoluto, sin importar las creencias tanto "espirituales", "morales" o "doctrínales" porque la comprensión debe estar despojada de todo prejuicio que no contamine esa relación interpersonal.

              El psiquiatra es un ser humano como cualquier otro, dispuesto a brindar toda la ayuda posible con todo el entusiasmo y el afecto, a los pacientes que sufren de tristeza, "de nervios", de soledad, de incomprensión, de dudas, de inseguridades y miedos, de irritabilidades insostenibles, del "dolor moral", de infidelidad, de desaliento, del que ha perdido o ha ganado la ausencia de un ser querido y de muchas otras situaciones en la que el individuo se plantea "el no me hallo...no se qué me pasa...no me lo explico...si a mí no me duele nada...todo esta está bien...pero no me siento feliz...no consigo nada...porque los demás están felices y yo no...". Existe el terapeuta que expande toda su humanidad para encontrar las posibles soluciones a estos problemas. Ese es el  PSIQUIATRA.

              Por todo esto no hay que sentir esa prevención y animadversión si entro al consultorio del médico psiquiatra. Él más que nadie entiende toda esta situación.
Solo se necesita el deseo y las ganas y aplicarle toda la constancia a las terapias.
Esto no es de "locos"; esto es en serio. Es la vida misma con todos sus problemas, retos o desafíos que siempre nos deja muchas enseñanzas.
 
Manuel J. Gómez M.
Electrónica del Estado Sólido
Sección: 02

TRASTORNOS INDUCIDOS POR SUSTANCIAS

                  La característica esencial de la intoxicación por sustancias es la aparición de un síndrome reversible específico de la sustancia debido a su reciente ingestión (o exposición) (Criterio A). Los cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos (p. ej., agresividad, labilidad emocional, deterioro cognoscitivo, deterioro de la capacidad de juicio, deterioro de la actividad laboral o social) son debidos a los efectos fisiológicos directos de la sustancia sobre el sistema nervioso central y se presentan durante el consumo de la sustancia o poco tiempo después (Criterio B). Los síntomas no son debidos a una enfermedad médica ni se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (Criterio C). La intoxicación por sustancias se asocia con frecuencia a la dependencia o abuso de sustancias. Esta categoría no se aplica a la nicotina. Debe obtenerse demostración de la reciente toma de la sustancia a través de la historia, de la exploración física (p. ej., el olor a alcohol al respirar) y de los análisis toxicológicos (p. ej., orina o sangre). 

              Los cambios más frecuentes implican alteraciones de la percepción, de la vigilancia, la atención, el pensamiento, la capacidad de juicio y el comportamiento psicomotor e interpersonal. El cuadro clínico específico en la intoxicación por sustancias varía entre los sujetos y depende de la sustancia implicada, de la dosis, la duración o cronicidad de su uso, de la tolerancia del sujeto a los efectos de la sustancia, del tiempo transcurrido desde la toma de la última dosis, de las expectativas por parte de la persona a los efectos de la sustancia y del entorno o lugar en el que la sustancia se ha tomado.



               Los síntomas y signos de la intoxicación difieren según su consumo sea inmediato o agudo o sostenido o crónico. Por ejemplo, dosis moderadas de cocaína pueden producir inicialmente un comportamiento afiliativo pero puede aparecer retraimiento social si tales dosis se repiten con frecuencia durante días o semanas. Diferentes sustancias (incluso de distintas clases) pueden producir síntomas idénticos. Por ejemplo, tanto la intoxicación por anfetaminas como por cocaína pueden dar lugar a grandiosidad e hiperactividad, acompañadas de taquicardia, dilatación pupilar, elevación de la tensión arterial y transpiración o escalofríos.

               En el sentido psicológico el término intoxicación es mucho más amplio que el de intoxicación por sustancias tal como aquí se define. Muchas sustancias provocan cambios fisiológicos o psicológicos que no son necesariamente desadaptativos. Por ejemplo, un sujeto con taquicardia por consumo excesivo de cafeína presenta una intoxicación fisiológica, pero, si éste es el único síntoma en ausencia de un comportamiento desadaptativo, no debe realizarse el diagnóstico de intoxicación por cafeína. La naturaleza desadaptativa de un cambio de comportamiento inducido por una sustancia depende del entorno y del contexto social.

                El comportamiento desadaptativo sitúa al sujeto en un mayor riesgo de padecer efectos adversos (p. ej., accidentes, complicaciones médicas, alteración de la relación familiar o social, problemas laborales, económicos o legales). Los signos y síntomas de la intoxicación persisten a veces durante horas o días, mucho después de que la sustancia ya no se detecta en el organismo. Esto puede ser debido a la presencia continua de bajas concentraciones de la sustancia en algunas áreas cerebrales o al efecto de «ataque y retirada» (hit and run) por el que la sustancia altera el proceso fisiológico y la recuperación dura más tiempo que el empleado para la eliminación de la sustancia. Estos efectos de intoxicación a largo plazo deben distinguirse de la abstinencia (p. ej., los síntomas que se inician por un descenso de las concentraciones de la sustancia en la sangre o los tejidos).

CRITERIO PARA LA INTOXICACION DE SUSTANCIAS

A. Presencia de un síndrome reversible específico de una sustancia debido a su ingestión
reciente (o a su exposición). Nota: diferentes sustancias pueden producir
síndromes idénticos o similares.
B. Cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos clínicamente significativos
debidos al efecto de la sustancia sobre el sistema nervioso central (p. ej.,
irritabilidad, labilidad emocional, deterioro cognoscitivo, deterioro de la capacidad
de juicio, deterioro de la actividad laboral o social), que se presentan durante
el consumo de la sustancia o poco tiempo después.
C. Los síntomas no se deben a una enfermedad médica y no se explican mejor por
la presencia de otro trastorno mental.

Manuel J. Gómez M.
Electrónica del Estado Sólido
Sección: 02
DSM-IV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales

¿CUAL ES EL VALOR DE LA VIDA PARA LOS ADOLESCENTES CON CONDUCTAS SUICIDAS?

              El suicidio es un tema abstracto en el que se filosofa, piensa y comenta pero que siempre pasa a ser un tabú, se niega la posibilidad de que pueda ocurrir y si ocurre se oculta, todo este oscurantismo que se tiene sobre el suicidio hace difícil su detección precoz, la prevención y el tratamiento de las conductas suicidas en los adolescentes.

CONTEXTO HISTORICO DEL SUICIDIO

               Las conductas suicidas son un fenómeno universal que han estado en todas las épocas y culturas pero las actitudes de la sociedad frente a estas han sido controvertidas ya que han estado condicionadas por las distintas valoraciones que se le dan desde el punto de vista filosófico, religioso, psicológico y popular. Por ello el suicidio ha sido un acto enaltecido o banalizado, han sido muestra de valor o libertad o de cobardía y debilidad.

               En Oriente el suicidio es visto como un acto indiferente o elogiable ya que la muerte es solo un cambio de forma de existencia. En Europa los celtas escogían el suicidio para poner fin a sus vidas, ya que se glorificaba a los que se daban muerte voluntariamente.

              Los Romanos, bajo la influencia del estoicismo (esencialmente es una filosofía de la libertad o más bien de la liberación) admitían muchas razones legitimas para su práctica.

             Sin embargo, desde el punto de vista filosófico, puedo citar a un gran filosofo, San Agustín de Hipona quien consideraba el suicidio como algo pecaminoso.

              El cristianismo acepto, en los primeros siglos, que el suicidio era admisible en algunas circunstancias como medio para lavar las propias culpas pero esta opinión fue cambiando con los años hasta asumir una actitud intransigente frente al suicidio. (Hernández, 2002)

EL VALOR DE LA VIDA

               La palabra "valor" significa ser fuerte, vigoroso, potente, estar sano. Su sentido es el opuesto a lo que imagino sienten los adolescentes que intentan o comenten suicidio. La palabra suicidio llega desde el latín moderno uniendo a sui que significa "de sí mismo", con cidium "matar", atentando contra la propia vida, son autodestrucciones deliberadas.
  
                Si bien podríamos intentar entender los suicidios desde el punto de vista de quién intenta o comete el acto, lo analizare en este artículo en la perspectiva de quién lo contempla desde afuera y saca sus conclusiones. Elegí este ángulo, ya que sólo en los casos de los intentos que fracasan podemos llegar a conversar sobre sus motivaciones con los mismos adolescentes que lo intentan.

                En nuestra vorágine por alcanzar pretendidos bienestares, corremos incansablemente tras los nuevos objetos materiales, que parecen contener una fascinante e inasible felicidad. Esta loca carrera y su cuota creciente de irracionalidad apartan y alejan inexorablemente a cada persona de sus propios valores.

                     El sentido de la vida es recogido por la bella frase de un poeta, que sugiere: «Llega a ser lo que eres». Su propuesta nos introduce en el difícil mundo de llegar a hacernos personas. Poder serlo, implica servir a nuestros valores, en lugar de servirnos de ellos.

                   Apreciar un valor es a menudo descuidar otros. Nuestra actitud simplista contemporánea nos arrastra diariamente más hacia la crítica mutua que hacia el reconocimiento de los méritos propios y ajenos. Solemos decir muchas más veces «muera!» que «viva!». Cuando el odio, la injusticia y la búsqueda desenfrenada del provecho personal dominan la escena, cuando cada uno atiende sólo al río abierto de sus egoísmos y pasiones la vida humana se vuelve intolerable.

                     Es importante recibir el alimento material, pero es también indispensable respetar el valor de las personas. Sólo eso puede ir nutriendo nuestro mundo psíquico. La falta de valoración personal genera en cambio un vacío continuo.

FACTORES QUE ATENTAN CONTRA LA VIDA

                En el suicidio la vida deja de tener valor, pierde su sentido como consecuencia de un intrincado juego de diversos factores, entre los que juega un rol especial la configuración biológica, la historia singular y el medio social y familiar.

LA AGRESION

            Entender las conductas suicidas, implica comprender el sentido de la agresión humana. Freud planteó, a partir de la década de 1920, que en cada una de las células, de todos los hombres, existen dos instintos: el de vida y el de autodestrucción. El impulso a la autodestrucción (o mejor dicho el instinto de muerte) se puede expresar hacia afuera como destructividad. También puede expresarse hacia adentro, como una fuerza autodestructiva, generando enfermedades y suicidios. (Martínez, 1999)

              La agresividad en los animales tiende a la autoconservación del individuo y de la especie. Se moviliza cuando aparecen amenazas a la vida, la alimentación, al territorio, etc. Frente al peligro, el animal puede reaccionar con agresividad o huyendo, retirándose ante el enemigo (también lo hace el hombre).

              Cuando no hay amenaza a la vista, no se moviliza agresividad alguna. La respuesta agresiva está siempre presente en el cerebro, como un mecanismo que puede ser estimulado, pero que no aparece en ausencia de un desencadenante. La agresividad no se almacena y no fuerza los comportamientos.

En la especie humana se pueden distinguir dos formas de agresión:

*  La capacidad biológica de reaccionar adecuadamente frente a los peligros
*  La agresión específicamente humana, peculiar de la pasión, la hostilidad con lo viviente:el  odio a la vida, la necrofilia. (Sheiman, 1999)

             El animal sólo vive la amenaza en el tiempo presente: «en este momento estoy amenazado». El hombre puede representarse también el futuro. Debido a esta capacidad, puede vivenciar sus amenazas no sólo como ya existentes sino también como previsibles, anticipables. Esto extiende el rango de su reacción agresiva mas allá de aquello que está ocurriendo, lo lleva al territorio de lo que estaría por ocurrir.

            El hombre (a diferencia de los animales) puede ser persuadido de que su vida y su libertad están amenazadas, a través de la utilización adecuada de los símbolos. Porque el hombre tiene intereses especiales: sus valores, sus deseos y las instituciones con que se identifica. Todo ataque a esos ideales o contra las personas de interés vital para él, puede tener el mismo significado que un ataque a propia su vida. (Sheiman, 1999)

EL SUICIDIO EN LA ADOLESCENCIA

             Durante la adolescencia, etapa de desarrollo por la que atraviesa todo individuo, se presentan en los jóvenes cambios difíciles que les producen ansiedad y depresión hasta llegar, en muchas ocasiones, a una tentativa de suicidio.

             El suicidio de los adolescentes puede tener varios significados, aparte de los mencionados. Éstos son aplicables a todas las edades de la vida, pero debe advertirse que, en función de la madurez del individuo, hay significados que se aplican preferentemente a ciertos períodos de la vida.

1.     La huída, es decir, el intento de escapar de una solución dolorosa o estresante mediante el atentado en contra de su vida, ya que ésta se percibe como insoportable;
2.     El duelo, cuando se atenta contra la vida propia después de la pérdida de un elemento importante de la persona.
3.     El castigo, cuando el intento suicida se dirige a espiar una falta real o imaginaria. Aquí el joven se siente responsable por un acto negativo y desea autocastigarse para mitigar la culpa;
4.     El crimen, cuando el joven atenta contra su vida, pero también desea llevar a otro a la muerte.
5.     La venganza, es decir, cuando se atenta contra la vida para provocar el remordimiento de otra persona o para infligirle la desaprobación de la comunidad.
6.     La llamada de atención y el chantaje, cuando mediante el intento suicida se intenta ejercer presión sobre otro.
7.     El sacrificio, donde se actúa contra la vida para adquirir un valor o un estado considerado superior, como lo es morir por una causa.
8.     El juego, común en los adolescentes, cuando se atenta contra la vida para probarse a sí mismo o a los demás que se es valiente y parte del grupo.

COMO PREVENIR EL SUICIDIO EN LOS ADOLESCENTES?

            Los factores de riesgo son: la falta de escolaridad, la violencia familiar, la separación de los padres, el consumo de drogas, niños sin familia, familias desestructuradas, fugas, ideación de suicidio, temperamento agresivo y la depresión, e intervenir a tiempo y escuchar las advertencias. (Martínez, 1998)

             La depresión y las tendencias suicidas son desórdenes mentales que se pueden tratar. Hay que reconocer y diagnosticar la presencia de esas condiciones tanto en niños como en adolescentes y desarrollar un plan de tratamiento precoz. Cuando los padres sospechan que el niño o el joven tienen un problema serio, un examen psiquiátrico puede ser de gran ayuda.

               Muchos de los síntomas de las tendencias suicidas son similares a los de la depresión. Los psiquiatras de niños y adolescentes recomiendan que si el joven presenta uno o más de estos síntomas, los padres tienen que hablar con su hijo sobre su preocupación y deben buscar ayuda profesional si los síntomas persisten. Se aconseja a los padres estar conscientes de las siguientes señales que pueden indicar que el adolescente está contemplando el suicidio: 

*      Cambios en los hábitos de dormir y comer.
*      Retraimiento de sus amigos, de su familia o de sus actividades habituales.
*       Actuaciones violentas, comportamiento rebelde o fuga de la casa.
*       Uso de drogas o del alcohol.
*       Abandono poco usual en su apariencia personal.
*      Cambios pronunciados en su personalidad.

Manuel J. Gómez M.
Electrónica del Estado Sólido
Sección: 02

DEMENCIA TIPO ALZHEIMER

Características diagnósticas

               El inicio de la demencia tipo Alzheimer es gradual e implica un deterioro cognoscitivo continuo (Criterio C). Debido a la dificultad de obtener pruebas patológicas directas de la presencia de la enfermedad de Alzheimer, el diagnóstico sólo se establecerá tras haber descartado otras etiologías de demencia. Específicamente, los déficit cognoscitivos no se deben a otras enfermedades del sistema nervioso central que provocan déficit progresivos en las capacidades cognoscitivas y en la memoria (p. ej., enfermedades cerebrovasculares, enfermedad de Parkinson, corea de Huntington), ni a enfermedades sistémicas que es conocido que provocan demencia (p. ej., hipotiroidismo, deficiencia de vitamina B12, infecciones por el VIH), ni tampoco a efectos persistentes del consumo de sustancias (p. ej., alcohol) (Criterio D). Si hay una etiología añadida (p. ej., traumatismo craneal que empeora la demencia de tipo Alzheimer), ambos tipos de demencia deberán ser codificados. La demencia tipo Alzheimer no debe diagnosticarse si los síntomas se presentan exclusivamente durante el delirium (Criterio E). Sin embargo, el delirium puede sobreañadirse a una demencia previa de tipo Alzheimer, en cuyo caso debe señalarse el subtipo con delirium. Por último, los déficit cognoscitivos no se explican por la presencia de otro trastorno del Eje I (p. ej., trastorno depresivo mayor o esquizofrenia) (Criterio F).



SUBTIPOS Y ESPECIFICACIONES

              La edad de inicio de la demencia tipo Alzheimer puede ser señalada con el uso de uno de los siguientes subtipos:

Inicio temprano. Este subtipo se usará si el inicio de la demencia se presenta a los 65 años o antes.
Inicio tardío. Este subtipo se usará si la demencia se inicia después de los 65 años.

SINTOMAS Y TRASTORNOS ASOCIADOS

Características descriptivas y trastornos mentales asociados.

                La prevalencia de la demencia es mayor en los sujetos con síndrome de Down y en quienes tienen historia de traumatismo craneal. Los cambios patológicos que son característicos de la enfermedad de Alzheimer están presentes en los cerebros de los individuos con síndrome de Down cuando están cerca de los 40 años, aun cuando los síntomas clínicos no sean evidentes hasta más tarde.Hallazgos de laboratorio. En la mayoría de los casos la atrofia cerebral está presente en la demencia tipo Alzheimer, con mayor dilatación de los surcos y mayor ensanchamiento de los ventrículos de lo esperado en el proceso normal de envejecimiento. Esto puede demostrarse por tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM). El examen microscópico revela con frecuencia cambios histopatológicos, que incluyen placas seniles, nudos neurofibrilares, degeneración granulovascular, pérdida neuronal, gliosis astrocitaria y angiopatía amiloide. A veces se encuentran cuerpos de Lewis en neuronas corticales.
Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas asociadas. En los primeros años de la enfermedad se asocian a la demencia tipo Alzheimer pocos signos sensoriales y motores. Más tarde pueden aparecer mioclonías y alteraciones de la marcha. Las crisis comiciales se presentan en aproximadamente el 10 % de los sujetos con el trastorno.

SINTOMAS DEPENDIENTES DE LA CULTURA, EDAD Y SEXO

                 El inicio tardío de la demencia tipo Alzheimer es mucho más frecuente que su inicio precoz. Pocos casos se desarrollan antes de los 50 años. El trastorno es algo más frecuente en mujeres que en varones.

PREVALENCIA

                  Se estima que entre el 2 y el 4 % de la población mayor de 65 años presenta demencia. La prevalencia aumenta con la edad, en especial después de los 75 años.
CURSO
                   Para la exposición general del curso de la demencia, véase la página 143. El curso de la demencia tipo Alzheimer tiende a progresar lentamente, con una pérdida de 3-4 puntos/año en laevaluación estandarizada con instrumentos como el examen del estado mental (Mini-Mental).

                 Se han descrito diversos patrones de déficit. Un patrón habitual es el inicio insidioso, con rápidos déficit de memoria reciente, y el desarrollo de afasia, apraxia y agnosia después de algunos años. Algunos individuos presentan cambios de personalidad o aumento de la irritabilidad en estadios iniciales. En fases avanzadas de la enfermedad pueden presentarse alteraciones de la marcha, alteraciones motoras y en ocasiones mutismo y postración en cama. La duración media de la enfermedad desde el inicio de los síntomas a la muerte es de 8-10 años.

PATRON FAMILIAR
                     Comparados con la población general, los sujetos con familiares de primer grado con demencia tipo Alzheimer de inicio precoz tienen más probabilidades de presentar el trastorno. Los casos de inicio tardío también tienen un componente genético. En algunas familias con demencia tipo Alzheimer de inicio precoz se ha demostrado una herencia de tipo dominante ligada a algunos cromosomas, entre ellos los cromosomas 21, 14 y 19. Sin embargo, no se conoce la proporción de casos relacionados con una herencia específica.


Manuel J. Gómez M.
Electrónica del Estado Sólido
Sección: 02
DSM-IV Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales

PREVENCION DE LOS TRASTORNOS ALIMENTARIOS. ANOREXIA Y BULIMIA

                 La anorexia y la bulimia nerviosa son trastornos del comportamiento alimentario que afecta a la población de adolescentes, son originados por diferentes factores y ocasionan graves complicaciones clínicas. La Anorexia nerviosa consiste en una pérdida de peso procedida de un intenso temor a la obesidad y alcanzada por el propio sujeto enfermo a través de una serie de mandos. La Bulimia nerviosa es un trastorno se caracteriza por episodios repetidos de ingesta excesiva de alimentos en un corto tiempo en forma de "comilonas" y una preocupación exagerada por el control del peso corporal que lleva a al individuo afectado a adoptar conductas inadecuadas y comprometidas para su salud.



                  Este estudio está enmarcado en la línea de investigación: Atención Primaria en Salud cuyo propósito fue determinar los factores que influyen en el desarrollo de la anorexia y bulimia nerviosa en los adolescentes de la Unidad Educativa Colegio Santa Rosa Valencia Estado Carabobo. Venezuela El tipo de investigación fue de campo porque permitió recolectar datos de la realidad sin manipular la variable y el nivel fue descriptivo. La población estuvo constituida por 605 estudiantes de educación básica y diversificada, la muestra fue intencional y quedó representada por 125 sujetos que constituyó el 21% de la población total.

                  Para la recolección de los datos se utilizó una encuesta con datos porcentuales y con preguntas dicotómicas cerradas con 2 alternativas de respuestas "si y no" y otras abiertas, en total compuestas por 10 ítems. Los resultados evidencian que existe un alto porcentaje de ignorancia en los estudiantes de la institución educativa sobre los factores que intervienen en el desarrollo de la anorexia y bulimia nerviosa en los adolescentes y por consiguiente de su prevención, por lo que se propone la planificación de talleres informativos y educativos para prevenir éstos trastornos alimentarios, dirigido a toda la comunidad estudiantil, con la participación de los docentes e impartido por expertos clínicos.

                   La adolescencia es una etapa de la vida sumamente compleja, donde los individuos van definiendo su imagen, su estima y su identidad, se inicia a partir de los 09 años de edad, con la aparición de los caracteres sexuales secundarios y se prolonga hasta la edad de los 19 años con la adquisición de la forma adulta completamente desarrollada, igualmente durante éste período el sujeto sufre profundos cambios desde el punto de vista físico, psicológico, emocional y la configuración de su personalidad.

                   No obstante, durante ésta etapa se presentan problemas de salud relacionados con el crecimiento y desarrollo, el aspecto físico y algunas enfermedades, y entre éstas los llamados trastornos del comportamiento alimentario que conduce al adolescente a la "pérdida del apetito" (anorexia nervosa) y "sensación de hambre" (bulimia nervosa), donde el adjetivo "nervosa" expresa su origen psicológico. 2 La anorexia se caracteriza por la incesante búsqueda de la delgadez, lo cual provoca un rechazo a mantener el peso corporal normal, así como un miedo excesivo a ganar peso. En la bulimia se presentan episodios recurrentes de gran ingesta de alimentos seguidos de conductas inapropiadas para controlar el peso tales como la autoinducción del vómito o el uso de laxantes y/o diuréticos, ambas constituyen los trastornos de la alimentación mas graves y conocidos, pues en los últimos 20 años han aumentado de manera alarmante, se diagnostican separadamente, presentan características comunes y afectan principalmente a las mujeres muy jóvenes.

                  La prevalencia de la anorexia es cerca de del 0,5% de la población femenina; el 90% corresponde a mujeres , la edad de inicio es bimodal y entre los 12 y 30 años de edad el porcentaje para criterios de depresión puede sobrepasar el 50%, de la tasa de mortalidad se aproxima al 10%, la evolución de la enfermedad es crónica. El periodo de vigilancia es de 5 a 10 años, la tasa de revisión es de 40%. Un 35% de individuos logra el 85% de su peso ideal aunque tengan una relación anormal con la comida y el 25% tiene anorexia crónica. La tasa de prevalencia de la bulimia es alrededor de 0.6 a 0.8%. el inicio tiende a ser al final de la adolescencia, con edades que van de 12 a 40 años, el peso suele ser normal, pero los individuos pueden participar en ejercicio rituales, ayunas o purgas, con inclusión de vómito autoinducido, abuso de laxantes y diuréticos, los intentos de suicidios son relativamente frecuentes, así como el abuso de sustancias en particular de estimulantes como la cocaína y anfetaminas, tiende a ser crónica con múltiples recaídas, con una tasa de revisión en el periodo de vigilancia de 10 años en un 50%.



                  En este mismo orden de ideas, existen factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y familiares que influyen en el desarrollo de estas enfermedades, unidas a una cultura predominante que otorga un gran valor a la delgadez, promovida por los medios de comunicación y los valores actuales de la sociedad, tales como la moda que asociada a la imagen corporal conduce a los adolescentes de ambos sexos a la imitación, pues son presentados ante los medios como modelos a copiar, personas felices, queridas y respetadas; sin embargo deciden adelgazar como mecanismo para ser aceptados y admirados por los demás, y creyendo que lo conseguirán, creen que con esa "imagen" lo tienen todo, de tal manera que se convierte en una obsesión, y en la medida que pasa el tiempo hace que el conflicto aumente internamente, lo cual repercute negativamente en ésta población susceptible, tanto en el aspecto personal, social, laboral, estudiantil y por consiguiente en su autoestima.

                  Los resultados de este estudio comprueban que existe un alto porcentaje de ignorancia en los estudiantes de la institución educativa sobre los factores que intervienen en el desarrollo de la anorexia y bulimia nerviosa en los adolescentes y por consiguiente de su prevención, por lo que se propone una planificación de talleres dirigidos a toda la comunidad estudiantil donde se les informe todo lo relacionado a éstos trastornos alimentarios, contando para ello con la participación de los docentes y resto de la comunidad educativa e impartidos por expertos clínicos.

                    Significando con ello la "premisa" que los trastornos de la conducta alimentaria se presentan en la adolescencia como parte de la crisis del desarrollo tanto físico como psíquico y originado por aspectos psicológicos y relacionados con los factores biológicos y genéticos, factores interpersonales, factores familiares y factores socioculturales.

                    Que entre algunas de sus manifestaciones están inmersos los factores interpersonales determinados y asociados a la personalidad propia del adolescente tales como: inmadurez, hipersensibilidad, impulsividad, frustración, descontento con su imagen corporal, falta de confianza en sus propias capacidades, insatisfacción con su entorno, crisis familiar y ruptura efectiva.

                     Motivo por el cual la autoestima debe ser reforzada desde su núcleo familiar y fortalecida en los ambientes educativos, considerando que la prevención está enmarcada en una Educación para la Salud para evitar estas alteraciones y donde las Instituciones Educativas tienen su cuota de responsabilidad en la promoción de la salud de los educandos

TRASTORNO DE TICS

          Un tic es una vocalización o un movimiento motor súbito, rápido, recurrente, no rítmico, estereotipado. Se experimenta como irresistible, pero puede suprimirse durante períodos de tiempo variables. Todas las formas de tics pueden exacerbarse por estrés y atenuarse durante actividades absorbentes (p. ej., leer o coser). Habitualmente, los tics disminuyen de modo significativo durante el sueño. Tanto los tics motores como los vocales pueden clasificarse en simples o complejos, aunque el límite entre ambos no está bien definido.

            Los tics motores simples más frecuentes incluyen parpadear, sacudir el cuello, levantar los hombros, hacer muecas faciales y toser. Los tics vocales simples más frecuentes incluyen «aclarar» la garganta, gruñir, inspirar, resoplar, «ladrar». Los tics motores complejos más frecuentes incluyen gestos faciales, gestos relacionados con el aseo, saltar, tocar, pisotear y olfatear objetos. Los tics vocales complejos más habituales incluyen repetir palabras o frases fuera de contexto, coprolalia (uso de palabras socialmente inaceptables, a menudo obscenas), palilalia (repetición de los propios sonidos o palabras) y ecolalia (repetición del sonido, palabra o frase acabados de oír). Otros tics complejos incluyen ecocinesia (imitación de los movimientos de otra persona).




Diagnóstico diferencial

             Los trastornos de tics deben distinguirse de otros tipos de movimientos anormales que pueden acompañar a ciertas enfermedades médicas (p. ej., enfermedad de Huntington, accidente vascular cerebral, síndrome de Lesch-Nyhan, enfermedad de Wilson, corea de Sydenham, esclerosis múltiple, encefalitis posvírica, traumatismo craneal) o pueden ser debidos a efectos directos de una sustancia (p. ej., una medicación neuroléptica). Los movimientos coreiformes son movimientos oscilantes, fortuitos, irregulares y no repetitivos. Los movimientos distónicos son movimientos giratorios, más lentos, separados por estados prolongados de tensión muscular. Los movimientos atetósicos son movimientos lentos, irregulares, de retorcimiento, que se observan más frecuentemente en los dedos de manos y pies, pero que suelen implicar también el rostro y el cuello.

 
                 Los movimientos mioclónicos son contracciones musculares breves, en forma de sacudidas, que pueden afectar partes de músculos o grupos musculares, pero no de manera sinérgica. Los movimientos hemibalísmicos son movimientos de las extremidades de carácter unilateral, intermitente, tosco, de gran amplitud. Los espasmos son más lentos, estereotipados y más prolongados que los tics, implicando grupos musculares. El espasmo hemifacial consiste en sacudidas irregulares, repetitivas y unilaterales de los músculos faciales. Las sincinesias entrañan un movimiento involuntario que acompaña a otro voluntario (p. ej., movimiento de la comisura bucal cuando la persona intenta cerrar el ojo). Esta diferenciación queda facilitada al tomar en consideración la presencia de características propias de la enfermedad médica subyacente (p. ej., historia familiar típica de la enfermedad de Huntington) o una historia del uso de medicamentos.

            Cuando los tics son un efecto fisiológico directo del consumo de un medicamento, en lugar de un trastorno de tics debe diagnosticarse un trastorno del movimiento inducido por medicamentos no especificado. En ciertos casos, algunas medicaciones (p. ej metilfenidato) exacerban un trastorno de tics preexistente, en cuyo caso no es necesario establecer un diagnóstico diferencial de trastorno inducido por medicamentos.

              Los tics también deben distinguirse de los movimientos estereotipados incluidos en el trastorno por movimiento estereotipado y en los trastornos generalizados del desarrollo. La diferenciación entre tics simples (p. ej parpadeo) y movimientos complejos característicos de los movimientos estereotipados es tarea relativamente sencilla. Menos fácil es la distinción entre tics motores complejos y movimientos estereotipados. En general, los movimientos estereotipados parecen ser más motivados e intencionales, mientras que los tics tienen un carácter más involuntario y no son rítmicos. Los tics deben distinguirse de las compulsiones (como en el trastorno obsesivocompulsivo).

 
               Las compulsiones suelen ser bastante complejas y se llevan a cabo en respuesta a una obsesión o de acuerdo con normas que deben aplicarse rígidamente. En contraste con las compulsiones, los tics son típicamente menos complejos y no se dirigen a neutralizar la ansiedad resultante de una obsesión. Algunos sujetos manifiestan síntomas tanto de trastorno obsesivo-compulsivo como de trastorno de tics (especialmente trastorno de la Tourette), de modo que pueden estar justificados
ambos diagnósticos. Algunos tics vocales o motores (p ej ladridos, ecolalia, palilalia) deben distinguirse del comportamiento desorganizado o catatónico propio de la esquizofrenia

 
                 Los distintos trastornos de tics pueden distinguirse entre sí por la duración y variedad de los tics y por la edad de su inicio. El trastorno de tics transitorios incluye tics motores y/o vocales que duran por lo menos 4 semanas, pero no más de 12 meses consecutivos. El trastorno de la Tourette y el trastorno de tics motores o vocales crónicos tienen una duración de más de 12 meses, pero se diferencian entre sí porque el trastorno de la Tourette cuenta con el requisito de que los tics motores sean múltiples y de que exista por lo menos un tic vocal. El trastorno de tics no especificado debe aplicarse a presentaciones clínicamente significativas de duración inferior a los 4 meses, a presentaciones en edades superiores a los 18 años y en el caso poco usual de un sujeto que sólo tenga un tic motor y un tic vocal.

Manuel J. Gómez M.
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ASMA Y TRASTORNO PSICOLÓGICO

            Entre los desordenes psicológicos las trastornos del humor que incluye principalmente la depresión y el trastorno bipolar, tienen una incidencia de 1,6 a 2,5% en la población mundial. En países como Estados Unidos aproximadamente 20,9 millones de individuos adultos tienen un trastorno del humor, siendo esta una de las principales causas de discapacidad en los EE.UU. para las edades de 15 a 44 años (NIMH, 2007).

               En el caso de Venezuela, el trastorno bipolar tiene una incidencia similar a la tasa mundial, afectando entre 413.642 y 646.376 personas durante el 2002 (Madrid, 2009). Esto genera que entre el 15 y el 20% de esos individuos terminen suicidándose, por lo que la muerte por suicidios en Venezuela se presenta con una tasa de mortalidad de 5,2 por cada 100.000 habitantes con una gran frecuencia en individuos con estado depresivo (Avilan, 2002).



             Ansiedad, desordenes de pánico, de estrés postraumáticos, obsesivos-compulsivos, son condiciones psiquiátricas que ocurren en el individuo y afectan a más del 10% de la población joven a nivel general (Slaterry, 2005).

                En enfermedades crónicas, como el asma, que puede desencadenar episodios de asfixia diarios por tres meses o hasta un año e incluso pudiera causar una condición prolongada que amerite hospitalización (Wallander y col., 2003). Muchas de estas condiciones comienzan en la niñez y continúan hasta la vida adulta, ya que son incurables. De esta manera, durante el desarrollo de la vida de estas personas con esta condición, pueden aparecer picos donde aflorarán desordenes de ansiedad y de humor, actos estos asociados con síntomas psíquicos. Estos síntomas psíquicos pueden ser tan prominentes que pudieran solapar el proceso fisiopatológico que en ellos ocurre.

                    Los pacientes con enfermedades crónicas con ansiedad y depresión, presentan más síntomas médicos de la enfermedad que aquellos que no presentan estados depresivos y de ansiedad. Las investigaciones apuntan a un efecto sinérgico de ansiedad-depresión que conduce a que la enfermedad se agrave. Una enfermedad crónica, puede conducir a trastornos de humor, que pudieran combinar ansiedad-depresión, lo cual conlleva al aumento de la mortalidad, desmejora de la calidad de vida, limitación funcional, incremento del cuidado de la salud, además de un mayor gasto económico, por lo que se ve afectado tanto la condición física como psíquica del paciente (Cully y col., 2009).

                      El asma es una enfermedad crónica de tipo inflamatoria que provoca limitación física, y que ha sido ligada con desordenes de humor y ansiedad. Sus síntomas están dados por el estrechamiento de las vías respiratorias, debido a la inflamación de la mucosa, la gran secreción de moco y la contracción del músculo de vías aéreas (GINA, 2002). El asma es un trastorno que se da en todos los grupos étnicos y edades, siendo un problema de salud pública tanto para países desarrollados como para aquellos en desarrollo.

                 Según la Organización Mundial de la Salud, durante el año 2001, 150 millones de personas padecían de asma bronquial y más de 260.000 murieron a raíz de la enfermedad ese mismo año. Esta patología constituye un motivo frecuente de consulta tanto en ambulatorios rurales como en las emergencias de los hospitales (OMS, 2002). Muchas investigaciones han evaluado la interacción entre el asma y los trastornos del humor, como depresión, ansiedad y comportamiento suicida. Estas condiciones de comorbilidad son comunes con el proceso fisiopatológico, las opciones de tratamiento, y el nivel de control. Actualmente el estudio de esta interrelación, está siendo investigado.

DEPRESIÓN Y ANSIEDAD EN EL ASMA

                    Aunque el asma tiene su origen en base a un proceso fisiopatológico en vías respiratorias, es necesario precisar que esto puede conducir a cierto desequilibrio en la psiquis, que puede traducirse en un estado de cambios de humor que pudiera conducir a un trastorno de ansiedad o depresión o a hechos tan drásticos como el suicidio (Deshmukh, 2008). De esta manera encontramos diversos estudios donde relacionan estas variables como los de Oraka y col., (2009) ellos estimaron la prevalencia y factores de riesgo para los trastornos psicológicos graves y exploraron su relación con la calidad de vida y la salud en adultos asmáticos. Se analizaron datos de 186,738 adultos encuestados durante el período 2001-2007 por la Nacional Health Interview Survey de EEUU. Luego calcularon la media ponderada de las estimaciones de prevalencia de asma y trastornos psicológicos graves por las características demográficas y factores relacionados con la salud.

                      Ellos encontraron que el promedio anual de prevalencia de asma fue de 7,0% y el de trastornos psicológicos graves de 3,0%. Dentro de los adultos con asma, la prevalencia de trastornos psicológicos graves fue de 7,5% por lo que estos individuos tenían mayor predisposición a presentar depresión y ansiedad. Esta investigación sugiere la importancia de la evaluación de la salud mental para las personas con asma y la necesidad de intervenciones clínicas y cambios de estilo de vida que contribuyan al mejoramiento psicológico para de esta forma no empeorar la condición de asma.

RELACIÓN ENTRE ASMA Y TRASTORNOS PSICOLÓGICOS DESDE LA PERSPECTIVA FISIOPATOLÓGICA

                    El asma es una enfermedad inflamatoria de las vías aéreas. Aunque en la mayoría de los casos no es factible establecer un componente alérgico, estudios epidemiológicos han demostrado una correlación entre la inmunoglobulina E y la prevalencia de la enfermedad. El desarrollo de la respuesta inflamatoria comienza con la exposición del alérgeno a la célula blanca, desencadenando la liberación de sustancias previamente almacenadas (histamina, proteasas, heparina, TNFα), las cuales generan contracción muscular, hiperreactividad bronquial y reclutamiento de otras células inflamatorias. La activación de las células comprometidas (mastocitos, basófilos, neutrófilos, macrófagos, plaquetas y principalmente los eosinófilos), genera la síntesis de mediadores lipídicos de la membrana citoplasmática (prostaglandinas, leucotrienos, factor activador de plaquetas y la producción de citoquinas proinflamatorias). En la mayoría de los pacientes, la disnea comienza lentamente mientras se desarrolla el proceso inflamatorio con subsecuente edema de la mucosa que reduce la luz de los bronquiolos (Murphy y O'Byrne, 2010).

                 La investigación en los últimos 10 años ha demostrado que la respuesta inmune de las vías aéreas en el asma es probablemente la responsable de las manifestaciones clínicas de la enfermedad. La inflamación alérgica de las vías aéreas comienza con la presentación y el procesamiento de los alergenos inhalados (aeroalergenos) por las células presentadoras de antígeno tales como células dendríticas y macrófagos. El contexto en el cual el antígeno es procesado y presentado a las células de T, influye de modo determinante en la naturaleza de la inflamación posterior.

                   Dependiendo de las citoquinas que actúan en las células T precursoras y el tiempo de presentación del antígeno, se diferencian en efectoras, que pueden ser Th1 o Th2. Las fuentes de estas citoquinas, que afectan la diferenciación de la célula T, de modo tan crítico, son muchas incluyendo las propias células T, las células presentadoras de antígeno (especialmente las dendríticas), las células epiteliales de las vías aéreas, eosinófilos, mastocitos, macrófagos, y quizás células del músculo liso y fibroblastos. Los tipos de citoquinas liberadas durante la presentación del antígeno, y así el tipo de célula T efectoras, se pueden determinar en parte por infecciones concomitantes y la naturaleza de los alergenos, con las implicancias para el asma


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                  Durante años el estrés psicológico se ha tomado en cuenta como un importante rol en el asma ya que estos pacientes tienden a poseer altos niveles de estrés y emociones negativas como pánico, miedo, irritabilidad y depresión. Existen evidencias de que el estrés emocional puede provocar episodios de asma (Slattery, 2005). Algunos sugieren que el estrés psicológico puede activar las citoquinas de Th1/Th2 y causar un desbalance en la regulación inmune, provocando mayor alergia y una reacción asmática durante periodos de gran estrés. El estrés psicológico activa el eje hipotalamo hipofisiario adrenal y el sistema nervioso simpático, llevando a un incremento en la secreción de cortisol y catecolamina. El cortisol y catecolamina pueden suprimir a citoquinas de Th1 como IL-12 y IFN-γ las cuales activan la respuesta inmune hacia un fenotico Th2 (Chrousos, 2000). Este desbalance en la regulación se cree juega un rol en la patogénesis del asma y enfermedades alérgicas con incremento en los niveles de IL-4, IL-5 y IL-3 en células aisladas de pacientes asmáticos y podría agravar aún más la acción inflamatoria después de la inhalación de ciertos antígenos (Frieri, 2003).

               El paciente asmático genera episodios típicos con mayor frecuencia en las noches, debido a las bajas de temperatura en el ambiente, esto conduce a alteraciones del sueño que llevan a la fatiga diaria, dificultad en la concentración, reducción de la productividad, cambios de humor y una baja calidad de vida y depresión en personas vulnerables (McEwen, 2006). Por otra parte, el deterioro funcional inducido por el asma, puede reducir la capacidad física, social, y actividades al aire libre, todos estos factores pueden desencadenar depresión. Adicionalmente, la ansiedad está asociada con la incertidumbre inherente a los ataques de asma. Existen varios reportes que reflejan que la hipercapnia puede resultar en cambios en la actividad del local coerulus, llevando a un incremento de la ansiedad (Carr, 1998; Zaubler y Katon, 1998).

Manuel J. Gómez M.
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